Empezar bien el día es la clave para ser productivos, pues los primeros compases de la jornada tenderán a afectar, de una manera u otra, al resto del día. Por lo tanto, es importante comenzar saludablemente con un buen desayuno. Cosa que se consigue gracias a los frutos secos.
Una de las principales ventajas de desayunar almendras o nueces es que, cuando se consumen con el estómago vacío, no solo nos aportan proteínas, sino que también nos ayudan a mejorar los niveles de HDL (lipoproteínas de alta densidad o también llamadas ‘colesterol bueno’). Otro beneficio de las nueces, anacardos y pistachos es que, consumiéndolos en ayuno, aumentan el nivel de PH del estómago, además de aportar una buena dosis de antioxidantes, proteínas y vitaminas.
A todo ello hay que añadir el efecto saciante, lo que influye para controlar los excesos en las comidas que realizamos. Si a esto añadimos que son fuente natural de fibra, con los frutos secos en tu dieta obtienes una ayuda sin necesidad de sustitutivos de comidas o batidos proteínicos.