La almendra, además de ofrecer un excelente sabor, es uno de los frutos secos con más valor nutricional. El consumo de almendras se deriva en una consecuencia muy positiva para la salud de las personas.
Este fruto suele utilizarse de manera habitual para aliviar estreñimiento, constipado, anemia, impotencia, diabetes o problemas respiratorios y cardiovasculares. Además, también ayudan a mantener el cuidado del cabello, los dientes o la piel, previniendo en este caso la psoriasis.
Su alto contenido en fósforo permite el fortalecimiento de los huesos y los dientes. Aportan también abundantes cantidades de fibras, proteínas, minerales y vitaminas B y E, además de grasas saludables, lo que las hace ideales como fuente de energía.
Un consumo regular de almendras genera beneficios para el cerebro, aumentando su función y actividad. Por ello, permite alcanzar una edad adulta con una mayor calidad de vida.
La almendra es una gran fuente nutritiva y, en comparación con la mayoría de frutos secos, ofrece mayor cantidad de beneficios. Es rica en vitamina E, calcio, fósforo, hierro y magnesio. Contiene además otros elementos como zinc, selenio, cobre y niacina.
Prevención de Enfermedades
Además del importante valor nutritivo que ofrece, la almendra también previene distintas enfermedades. Diferentes estudios realizados por expertos han demostrado que consumir este fruto seco de manera habitual disminuye hasta en un 50% las posibilidades de padecer infartos y otras enfermedades cardiovasculares. Su alto contenido en fibra permite aumentar el volumen de las heces, diluyendo así el ácido biliar, lípidos y esteroles, lo que reduce el riesgo de contraer cáncer.
De la misma manera, al aumentar la actividad cerebral y proporcionar nutrientes al sistema nervioso, comer almendras varias veces por semana ayuda a mermar la probabilidad de sufrir enfermedades degenerativas, como por ejemplo el alzheimer.