Los frutos secos tradicionales, es decir, aquellos sin azúcares añadidos, son una categoría de alimentos clave en la dieta mediterránea y otras dietas regionales.
Además, un reciente estudio de la Universidad de Harvard, en EE.UU., identifica una asociación entre comer frutos secos y un menor riesgo de enfermedad cardiovascular. Dicho estudio trabajó principalmente con las nueces, al ser una fuente de ácidos grasos insaturados, fitoquímicos, fibra, vitaminas como la vitamina E y el folato, así como minerales como el calcio, el potasio y el magnesio. La investigación concluye con unos resultados sorprendentes, y es que el consumo de frutos secos, en especial las nueces, está asociado con la prevención y el tratamiento de enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 (T2D), el síndrome metabólico y las enfermedades cardiovasculares.
Estos hallazgos se suman a la creciente evidencia de que ciertos cambios en el estilo de vida, el ejercicio regular y una dieta prudente tienen un impacto favorable y significativo sobre el riesgo de enfermedad cardiovascular.