La agricultura ecológica marca una tendencia con cada vez más adeptos, tanto entre los consumidores como entre las mismas personas que cultivan los campos.
Hay que valorar que, para proporcionar un rendimiento óptimo, los cultivos necesitan un acondicionamiento que se consigue mediante determinados compuestos que mejoran la aptitud del suelo fértil.
La agricultura ecológica, en este sentido, se caracteriza por una serie de prácticas y técnicas de cultivo respetuosas con el medio ambiente. Entre ellas, destacan la asociación y rotación de cultivos y el abonado orgánico con productos naturales como el estiércol de granja, oligoelementos y el polvo de roca y arcilla.
Otro requisito de la agricultura ecológica consiste en no emplear componentes químicos de síntesis. En este sentido, entran en juego productos fitosanitarios y potentes fungicidas naturales que permiten luchar contra los hongos de forma ecológica. Es el caso de las sales, la equisetonina y las tricodermas.
Este tipo de productos, si se usan con las dosificaciones recomendadas y no se manipulan, se revelan como respetuosos para el medio ambiente y no contaminan. Cumplen así las reglamentaciones técnicas de la normativa comunitaria y cuentan con los permisos legales.